Un silencio aterrador ya que hacia demasiado tiempo que se escuchaban aquellos monstruosos sonidos.
No oírlos fue, quizá, peor porque se desconocía lo que sucedía a su alrededor. Habían perdido.
Eran el enemigo. Nadie les quería cerca y a la vez no querían perderles de vista. Incluso entre ellos, algunos habían tenido más suerte que otros. La familia Middelburg no.
Eran prisioneros en sus propias casas. Vivían al Este de Berlín.
se Lee muy,muy interesante Felicidades
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